14.4.06

Artículo de opinión, "Amores maduros", publicado en diversos diarios regionales


Artículo de opinión, "Amores maduros", publicado en diversos diarios regionales

Andaba yo preocupado por saber qué razón había para que en la literatura y el cine se diera tan escasa relevancia a las historias eróticas con mujer protagonista madura. Hay una primera razón obvia; los hombres suelen preferir la visión de un cuerpo joven, casi adolescente, con todo aún en su lugar idóneo y con la consistencia y tersura adecuada; pero a pesar de ello, es de suponer que las mujeres maduras quieran ver en el cine o leer novelas con protagonistas en las que verse reflejadas, que gozan del amor, igual que veinte años atrás.
Es cierto que ha habido excepciones de interés, como en la novela del escritor húngaro Stephen Vizinczey, "En brazos de la mujer madura" todo un gran éxito internacional que fue adaptada al cine por el director español Manuel Lombardero. Pero en la literatura española se dan pocos casos; algunos en la novela de "a duro" del franquismo, pero generalmente castos, como correspondía.
Hace menos de un mes, aparecía el libro "Esencia de mujer", de Álvaro Díaz Escobedo, en el que los protagonistas de los relatos eróticos son mujeres que, en casi todos los casos, superan los cuarenta años. Esta obra, escrita con habilidad y espíritu provocador, muestra mujeres que tienen relaciones con amigos de su marido, o que provocan en un tren a un desconocido. Es casi una excepción en una literatura que comienza a parecerse al cine, de protagonista jovencita y coito rápido.
Se adelantaba Díaz Escobedo en su pretensión de mostrar la voluptuosidad después de la madurez a "Instinto Básico 2" en la que una Sharon Stone cincuentona tiene como meta calentar las mentes de sus espectadores. La película no ha sido un éxito en taquillas. A pesar de la fortísima promoción.
¿Se deberá el fracaso a que seguimos con ese extraño tabú que impide que la mujer goce más allá de la tersura primera? ¿Por qué en las pantallas no cuaja el argumento? En la vida real, las actrices norteamericanas maduras tienen amantes más jóvenes que ellas; Demi Moore, de cuarenta y dos años comparte lecho con Ashton Kutcher, de veintisiete; Cameron Díaz, de treinta y tres gozosas primaveras se calienta con Justin Timberlake, de veinticuatro; Barbara Hershey, de cincuenta y siete, comparte achuchones con Naveen Andrews, de treinta y seis; Geena Davis, de cuarenta y nueve hace lo propio con Reza Jarrahy, de treinta y cuatro, y Susan Sarandon, rondando los sesenta, tiene por pareja a Tim Robbins, de sólo cuarenta y seis. Y nadie se extraña.
Parece que en cuanto a amores maduros, hay un escalón que separa la vida de la literatura y del cine.
Artículo de Miguel Angel de Rus