15.2.13

Entrevista a Alvaro Díaz Escobedo en www.edicionesirreventes.com

Pregunta.- ¿Por qué una obra como ésta ahora?

Respuesta.- Si bien el tema de aventuras no tiene fecha de caducidad, pues todavía gusta en la actualidad a autores y lectores, tenemos que reconocer que el llamado western americano perdió su gran poder de captación sin todavía acabar la década de los años 80 del siglo pasado. Partiendo de este hecho, tendremos que buscarle explicación al parto de esta pequeña obra. Habida cuenta de que una novela de estas características había perdido la fecha y el interés, yo me mostraba reacio a volver a escribir sobre este género literario; pero las reminiscencias del pasado profesional junto al ánimo y apoyo demostrados por la Editorial del libro, terminaron con mi resistencia. No obstante, el título de la novela, "La última del oEste", deja claro cuáles son mis intenciones respecto a la que fuera una de mis especiales inclinaciones literarias de entonces.

P.- ¿Quiere decir eso que no habrá otra novela tuya con el Oeste americano como fondo y escenario?
R.-Desde luego que no la habrá. Podría darse el caso de que volviese a escribir algo sobre el Oeste Americano; pero sería de carácter histórico-descriptivo, que nunca fabulado. Cierto es que se siguen escribiendo obras desarrolladas en el mismo escenario, pero se trata de libros sueltos y, en particular, dedicados a describir los usos y costumbres de las diferentes razas de indios que poblaron colinas, valles y praderas. Porque no cabe duda de que los aborígenes fueran los primeros y verdaderos americanos. Después llegaron los pioneros, con el objetivo de crear un nuevo mundo. Entre ellos había de todo: exploradores, llaneros, cazadores, cow-boys, descubridores de minas y, también, buscadores de petróleo. Por lo general, aventureros con pocos escrúpulos.

P.- ¿Cuál era la pretensión y el alcance de esta clase de publicaciones?
R.- Estaban dirigidas a un tipo de lector con limitado nivel cultural, sin inquietudes literarias y poco exigente, que solo buscaba distraerse. Digamos que eran "bolsilibros", pues así se les distinguía, para leer sin pensar. El lenguaje era muy simple y directo, siempre en busca de la acción y la intriga.

P.-¿Existían por entonces muchas editoriales dedicadas al género de aventuras?
R.- Sí, la competencia editorial era grande; se supone que también rentable. Otras precursoras a un lado, recuerdo a Cliper y Molino. Después llegarían Bruguera, que acaparó considerable éxito, Rollán y Toray. También Ediciones Hispanoamericanas, con la que yo cerrase mi etapa como escritor del género western. Cita especial merece Editorial Cíes y su colección "Rodeo", que llegó a publicar casi setecientos títulos. El primero de ellos "Deuda de oro", de Fidel Prado. No recuerdo novelas del Oeste por entregas, modalidad impuesta para otras obras de aventuras, en especial las de hazañas bélicas y las de aventuras en la selva. Sí puedo dar fe de que existía una muy rigurosa censura gubernativa. Había restricciones de carácter político y moral; ninguna clase de bromas con la autoridad, ni libertades en materia sexual.

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